Si una chica te pregunta «cuales son tus intenciones conmigo» o «que buscas en tinder? Necesitas entender una cosa clave sobre las mujeres: no se supone que debas revelar cuál es tu objetivo. ¿Por qué? Porque ni siquiera deberías tener un objetivo al interactuar con ellas.
Cuando un hombre se acerca a una mujer con un objetivo, ya sea conseguir su número, besarla o acostarse con ella, deja de estar presente. Está actuando. Filtra todo lo que dice y hace a través del lente de: “¿Esto me acerca al resultado que quiero?”. Y las mujeres pueden oler eso a kilómetros. Apesta a necesidad, manipulación y dependencia del resultado.
No se supone que seas el tipo de hombre que hace cosas para lograr un resultado. Se supone que eres el tipo que hace cosas sin importar a dónde lo lleven esas acciones. Que fluye, que deja que las cosas se desarrollen naturalmente. No dices que buscas una relación, sexo casual, amistad o amigos con derecho.
Simplemente interactúas por curiosidad y diversión, porque no estás ahí para cerrar un trato… estás ahí para explorar, bromear, provocar, jugar. Empiezas a vivir el momento en lugar de calcularlo, y es ahí cuando realmente atraes y das una experiencia valiosa, en lugar de perseguir intentando sacar algo de ella.
Así que no seas dependiente del resultado y actúa sin tener una meta en mente. Y si una mujer te pregunta cuales son tus intenciones conmigo, simplemente dile:
«Quiero que ambos veamos si la pasamos bien juntos… y ver a dónde nos lleva eso.»
Pero seguramente te estés preguntando…
Si le hablo es porque tengo algun objetivo, como voy a hacer como que no tengo un objetivo si me pregunta cuales son tus intenciones conmigo?
Puedes tener un «objetivo», sí, pero uno que dependa de ti, no uno que dependa de ella.
Por ejemplo: «Quiero ver si me la paso bien hablando con esta chica que me genera curiosidad.»
- Tú no coqueteas porque quieres conseguirla, coqueteas porque te divierte expresarte de forma juguetona, sin importar el resultado.
- Al igual que tampoco haces una broma para hacerla reír, la haces porque te da risa a ti, porque disfrutas divertirte, independientemente de cómo la reciba ella.
- Ni hablas con ella para convencerla de que te dé algo, hablas con ella para ver si ella merece recibir algo de ti.
- Y tampoco hablas con ella para conseguir una cita, hablas con ella para ver si ella merece tener una cita contigo o no.
El objetivo está completamente bajo tu control.
- Piénsalo como un niño de 3 años jugando con legos.
No es que tenga un objetivo específico cuando empieza a construir, y mucho menos uno que dependa de lo que sus padres quieran. No está creando algo que sus padres le pidieron para ganarse su aprobación. Simplemente crea lo que quiere, de forma espontánea, y a veces lo que construye ni siquiera tiene sentido: pone piezas al azar y no sabes si es una casa, un auto o un caos. - Lo mismo cuando pintan cosas al azar con lápices de colores. No necesariamente dibujan personas, pájaros o paisajes. A veces simplemente hacen líneas sin sentido y luego le dan la interpretación que sienten. No lo hacen pensando que sus padres van a decir “qué obra maestra digna de un museo”. Lo hacen porque es expresión pura, y están orgullosos sin importar cómo lo reciban los demás.
- O piensa en un tipo que canta en la ducha o en su sala, solo, en su casa. Nadie lo escucha, nadie lo aplaude, nadie le va a pagar por eso. Simplemente se expresa, y no necesita que alguien lo escuche ni que reconozca su talento. No lo hace por un resultado. Lo hace porque le nace.
El punto es que no estás ahí para comunicarle a ella: «Todo lo que diga o haga a partir de ahora tiene un solo objetivo: acostarme contigo», o «Todo lo que diga o haga está dirigido a convertirte en mi novia«.
Eso apesta a manipulación y necesidad y hace que toda la interacción se sienta forzada, calculada y fingida.
Además, matas el misterio, porque es como si revelaras el final de una película intrigante y con suspenso. Pierdes tu marco. La pones a ella en una posición en la que ella se convierte en la guardiana de la experiencia que tú estás buscando vivir, cuando debería ser al revés: tú eres el guardián de la experiencia que compartirás si ella lo merece.
Tú no estás ahí para tomar, porque eso es necesidad. Estás ahí para dar, si ella lo merece, porque tú eres abundante, no necesitas nada de ella y lo que tú tienes para ofrecer es valioso.
Por eso, cuando una mujer te pregunta «¿cuáles son tus intenciones conmigo?«, es una trampa. Porque aunque a nivel superficial eso es lo que pregunta, en el fondo te está preguntando: “¿Eres un hombre necesitado o no lo eres?”. «Qué planeas sacar de mi con todo este teatro que te montas?»
Una conexión real, ya sea a corto o largo plazo, crece de forma natural, no intentando definir a dónde tiene que llegar antes de que empiece a surgir algo. Tener “intenciones” le pone presión a la otra persona, porque le estás pidiendo que acepte un final sin haber sentido el camino. Las mujeres no saben lo que quieren hasta que lo empiezan a sentir. Y ese sentimiento nace mientras te conocen, es un proceso.
Las mujeres, especialmente las más jóvenes, no tienen intenciones claras. Simplemente fluyen. Lo que pase, pasó. Les gusta sorprenderse, ver cómo una conexión las lleva a un lugar que no esperaban ni imaginaban. No quieren spoilers. Y cuando te preguntan cuales son tus intenciones conmigo y les dices que tienes intenciones, básicamente les estás contando el final de la historia, lo cual desturye toda la emoción.
No estás ahi para que te de algo, estás ahi para compartir lo que tienes si elle lo merece. Es decir, no lo regalas, sino que la premias, si ella se esfuerza por ganárselo.