¿Eres de esos que trata a toda costa de evitar incomodar a una mujer para no cargarla y perderla?
Crees que estás siendo inteligente al intentar evitar incomodar a una mujer. Que estás siendo cuidadoso. Considerado. Asegurándote de no cruzar ninguna línea, de no incomodarla, de no arruinar la oportunidad. Pero… ¿y si eso es justamente lo que la apaga? ¿Y si esa obsesión por “no cagarla” es lo que te impide ser el tipo de hombre que realmente la enciende?
Dejame decirte una frase que lo cambió todo para mi:
«La chispa con una mujer solo puede surgir si estás dispuesto a jugar con fuego»
La seducción no es una danza perfecta donde todo debe salir bien. Es un juego de energía, tensión, riesgo, presencia. Si no estás dispuesto a incomodar un poco el ambiente, jamás vas a provocar nada memorable el interior de la chica..
Tienes demasiado miedo de generar tensión. Probablemente porque tu prioridad principal, por encima de todo, es esta:
«No la cagues, no la incomodes, asegúrate de no perder esta oportunidad».
Y cuando esa es tu prioridad, irónicamente, igual la vas a perder y vas a acabar en la friendzone. Porque la seducción no se trata de evitar el riesgo y evitar la tensión, sino de abrazar el riesgo y crear tensión.
No puedes ganar si solo estás jugando para no perder.
Cuando todo tu enfoque está en no equivocarte, te vuelves excesivamente cauteloso, complaciente y nada amenazante. Diluyes tu propia esencia intentando ser lo que crees que ella quiere. Pero lo que realmente la atrae no es tu capacidad de andar sobre cáscaras de huevo, sino tu capacidad de despertarle algo.
Tienes que tocarla no porque siempre vaya a reaccionar bien, sino porque necesitas estar dispuesto a generar tensión y surfear esa tensión sin parpadear ni ponerte nervioso a medida que se vuelve cada vez más intensa.
La atracción necesita tensión. Se construye en ese espacio entre la certeza y la incertidumbre, entre la seguridad y el peligro, entre el control y la entrega. Cuando un hombre evita todo riesgo, toda audacia, todo filo, aplana ese espacio hasta convertirlo en papel tapiz emocional. Seguro, predecible… e inolvidable.
La seducción empieza donde termina la comodidad. Coqueteas cuando puede salir mal. La molestas cuando podrías irritarla. Dices tu verdad incluso si eso la hace fruncir el ceño.
No es hasta que estás dispuesto a cagarla que empiezas a arriesgarte, y no es hasta que te arriesgas que puedes empezar a ganar. Claro que puedes perder, claro que puede salir mal, pero eso es parte de la seducción. No puedes ganar siempre, pero si juegas solo para no perder, eso te garantiza que jamás vas a ganar.
La tension sexual sucede en ese momento en que quieres besarla, estáis a solas, y en tu cabeza empiezan a surgir pensamientos como:
Tu: “Si me lanzo, lo arruinaré, o se dejara besar? Le gustará, o se lo tomara mal y me hará la cobra? arruinare la cita si me atrevo? Y luego hacerlo de todas formas, sin importar las consecuencias.
Mientras que en la cabeza de ella empezarán a surgir pensamientos como:
Ella: “Se atreverá o no? Cruzará la linea? Tiene lo que hay que tener para lanzarse o irá a lo seguro como los demas?” y dejarse llevar por lo que se sienta en ese momento.
La clave está en que esos pensamientos tuyos no te detengan. Sentir el riesgo y aún así lanzarte, sin dudar demasiado y sin pestañear.
Ella no está esperando que no la toques. Está mirando a ver si tienes el valor de arriesgarte. Y cuando dudas, cuando lo piensas demasiado, cuando intentas calcular cada una de sus reacciones para evitar incomodidades, ya le diste la respuesta: no, no lo hará.
Y eso no te convierte en alguien malo. Te convierte en alguien predecible.
Y la previsibilidad es la muerte de la seducción.
Así que la próxima vez que estés frente a ella, no te preguntes cómo evitar perderla.
Pregúntate esto:
¿Estoy dispuesto a provocar algo real… aunque eso signifique arriesgarlo todo?
Porque el hombre que no arriesga nada, no despierta nada.
Ella no necesita otro tipo amable que la trate como porcelana. Necesita un hombre que se atreva a incomodar el momento para encender la tensión.
Un hombre que no juega a lo seguro. Que no busca aprobación.
Un hombre que prefiere ser inolvidable… antes que inofensivo.
La seducción no es para el que busca garantías, ni evita el riesgo a toda costa. Es para los que prefieren ser inolvidables antes que inofensivos. Es para el que se atreve a perder, porque sabe que solo así puede ganar de verdad. Así que olvidate de evitar incomodar a una mujer y empieza a incomodarte con la idea de vivir sin haberla hecho a esa mujer vibrar.